sábado, 28 de agosto de 2010

DEFENDAMOS JUNTOS NUESTRO AMOR

Dedicado a la familia de Poy, la genio del trapo, el maxi Lefevbre y a toda esa gente que hace de la rejuntada un verdadero exilio del alma.






Ya no quedaba nada por hacer en esta vida, simplemente miraba a mí alrededor y estaba con la nada en esta virgen montaña. Traté de conversar con ella. Le pregunte de donde era, como había llegado hasta aquí y le pregunte por que siempre estaba acompañándome. Pero no me contestó. De repente un silencio me invito a preguntarme: ¿Por qué estaba tan enamorado de la nada?. No tenia respuestas; solamente un parpadeo profundo de un siglo de entrenamiento y pude comprender muchas cosas. El tiempo se había ido de un lugar a otro sin dejarme algún rastro de vida, sin dejar ni siquiera ese sabor a gastado que te dejan los recuerdos cuando por las noches acomodas la cabeza en la almohada y te pones a pensar en las cosas que viviste. En mi cabeza, la melodía del silencio saltaba de un lugar a otro sobre un pentagrama terroso. Un viento suave se frenaba en mi cara, únicamente a curiosear mi condición de forastero. En ese instante sentí que alguien había agarrado mi mano con una dulzura conocida. Me asusté pero rápidamente me endulzó el oído izquierdo con su voz y me dijo: - no abras los ojos, no tengas miedo y dame tu mano. Extendí mi mano y una fuerza indistinguible a mi estereognosia me puso de pie. Sin abrir los ojos me dejé conducir por esa fuerza que poco a poco dejaba de ser extraña. Camine sin calcular los metros y me detuve cuando sentí muchos vientitos que jugueteaban en un jardín para vientos. Con la planta del pie pude distinguir el borde del camino. No tuve mejor idea que sonreír y me dejarme caer hacia adelante con los brazos abiertos y los ojos cerrados. Comencé a sentir la adrenalina del viaje y con ella a un montón de vientitos tratando de sostenerme de una manera juguetona e inocente.Caí.
En ese instante abrí los ojos y me encontraba panza en el suelo y con las manos en el césped. El Chueco se acercó y me di cuenta que ahora era Tomas Luna; me senté y pude ver a mis Rejuntaos saltando y precalentando. Maxi era el Tumba, el Tumba era Augusto; Agusto era Juan Pablo; Juan Pablo era Uva; Uva era Bruno; Arico era Tody, Bruno era Joselito; Ale era Gonza; el Gonza era Palillo pero Palillo era el Chueco; Joselito era el Gato, pero el Gato no soporta la radiación; Tomy Luna era Tomy de Gregorio y Tomy de Gregorio era Nacho. Todos éramos los mismos. Agarre con euforia mi camiseta y la apreté con dulzura. Con una felicidad inmensa nos abrazamos y vivimos florear desde el horizonte una bandera con los colores y el escudo de La Rejuntada al compás de los cohetes de fabricación casera. Todo estaba listo solo quedaba decir: NO CAMINARAS SOLO.
Era víspera de clásicos; en frente lo teníamos al último campeón de la copa Medicina, Factores de Riesgo, pero esta vez con camisetas blancas. Salimos a la cancha motivados entre cohetes e ilusiones, dispuestos a ganarle a quien sea. El partido no tuvo gran entretenimiento, muy trabado en todas las líneas, incluso en los arcos y muy fraccionado por un referí intolerante. Jugadas polémicas, pocas situaciones y las hinchadas fueron las vedettes de la tarde. Pero nada de eso pasaba por la mente de mis Rejuntaos; queríamos ganar ya que mucho se había agitado por los pasillos de los hospitales y en alguna que otra guardia macabra. Pelé terminó un partido sin goles para pasar al tiempo de los saludos cínicos. Nos fuimos conformes por el esfuerzo que hicimos y sedientos de querer ganar.
Me desperté y me encontré pluricanalizado, viajando en sobre una camilla en el interior de una ambulancia, soportando un dolor que me mordía todo el cuerpo. No podía hablar, así que decidí escaparme un rato de mi cuerpo y me senté al lado del medico a verme todo ensangrentado y tapado con la bandera de La Rejuntada.



viernes, 4 de junio de 2010

Los origamis del Dotor Lefebvre



Siempre me despertó curiosidad la casa del Don Lefebvre. Es una casa grande de color azul, de ventanas amplias con cortinas grises siempre cerradas; una puerta amplia de color rojo oficiando de gigante de roble; en cada parapeto hay una escultura en mármol de una gárgola abrazando a un monkiki que se chupa el dedo; el tejado negro es una hermosa pasarela de perros fucsias. Entre la puerta y la vereda hay un largo portón de hierro que chilla escalofriantemente cada vez que algún vientito se pone a jugar con él. En la vereda hay una planta de lima que en primavera da paltas y en verano moras, pero no se porque mi vieja me dijo de una manera muy convincente que era una planta de lima. Nunca pude entender eso, y mucho menos a mi vieja; sobre todo cuando le pregunte por el don Lefebvre y me contesto:

- e’ un certifico loco o dotor loco… chango no preguntè ma’

Yo no se que carajos es un centifico loco, si lo único que hago es lavar vidrios de los autos. No me quejo, porque es más divertido que estudiar las tablas de multiplicar. Trabajamos en un especie de sociedad con mi amiguito que se llama Chueco, en realidad no se como se llama pero ni siquiera él sabe su nombre y mucho menos sus padres que lo dejaron de pupilo de un curita amigo de ellos. Estamos juntos en la esquina de la casa del Dr. Lefbvre, yo mientras refriego los vidrios, el Chueco hace piruetas y malabares; tiene 3 alpargatas Nike Tiempo que las utiliza como clavas, que las heredó de un primo suyo que se llama Ramiro o algo así. Además tiene un diábolo hecho con un palo de escoba que la Madre Superiora rompió en su cabeza cuando nos descubrió que robábamos rosarios que colgaban en el brazo izquierdo de la imagen de San Gonzalo Terol en la Parroquia del Padre Salcedo. Con el Chueco nos conocimos en el comedor de la Parroquia Sagrado Hígado de Todi. Yo iba con mi viejita, y nos asombrábamos de ver como comía este muchachito, y de que manera se daba mañas para meter tanta comida en su buchecito. La madre superiora cocinaba todos los días y siempre hacia guiso… guiso de arroz, guiso de fideos, guiso de naranjas, guiso de pizzas, en fin… guisos para todos los gustos. Al Chueco y a mi nos justaban mucho los perros que tenia el Dotor Lefebvre, parecían absolutamente inofensivos que en realidad eran así.
Un buen día nos propusimos con el Chueco a entrar en la gran casa. Nos trepamos por las rejas hasta la tapia. Desde la tapia saltamos hasta el techo y desde el techo a la pasarela de los perros. Nos costo mucho saltar, sobre todo al Chueco. Los perros eran muy mansitos y mucho mas con mi amigo, quien les simpatizaba mucho aparentemente. La pasarela era de vidrio, y se lo podía ver al Dotor maniobrar y manipular papelitos y los colocaba en una especie de cajita con forma de cancha de futbol. El primero era un papel negro que lo doblo y lo puso al costado de la cajita; el segundo tenia un flequillo muy largo con el numero 5; otro estaba hecho con papel de etiqueta de fernet y le dibujo un 6; después agarró un papel carbónico y le dibujó ojitos claros; otro muñequito de papel tenia forma de pera con el 17; con papel majé hizo un muñequito muy mocho; con papel de calcar hizo un Ogrito; con papel de volantes marxistas hizo un muñeco chiquitito con el numero 14; con papel higiénico hizo un gatito; con papel satinado hizo un rayito; hizo otro muñeco con papel madera; con papel de arroz hizo un muñequito blanco. Nos miramos mutuamente con mi amigo y nos desesperábamos por jugar con ellos, se veían muy simpáticos y bastante amistosos. De repente el Dotor Lefebvre miró hacia donde estábamos, nos sonrió y dijo: - "Larga vida al gran Targas"



LA REJUNTADA 2010


El Plantel de La Rejuntada Saluda Cordialmente a las nuevas incorporaciones y les desea un mejor futuro a las Bajas (rubin casan?)

martes, 9 de febrero de 2010

AL GRAN PALILLO





NUEVO TRABAJO

Todo lo que podemos conocer hoy en día sobre el mundo de las pelotas se lo debemos al incansable trabajo del investigador, ensayista, Riquelmólogo, Rejuntólogo y Pelotólogo Profesor Dr. Palillo Lescano, quien escribió los libros “Las manos de las pelotas”, “ Picnic en un asteroide”, “Hincha pelotas” y "las pelotas de Peron". Hoy nos trae “Pelotas y Neopelotismo”, un trabajo de investigación sobre todo lo que hay que saber del mundo de las pelotas. En un artículo publicado en el diario PASTRANA DE NUESTROS TIEMPOS explicó: … En el mundo de las pelotas todos giran revolcándose para trasladarse de un lugar a otro, no existen autos, colectivos, trenes, barcos- yo pude trasladarme en mi botín blanco que por suerte les fue totalmente intrascendente- no existen pobres y mucho menos ricos; la luz del sol solamente permite ver los colores primarios que no se pueden mezclar. Puede resultar un lugar hostil para los humanos, sobre todo porque el dinero no existe y por lo tanto nada se consigue con él-situación a la que estamos ligados los seres humanos- no existen los negocios y la supervivencia es reglada por una ley de equidad, a la que la he denominado “Ley de interacción de las pelotas” por ejemplo: cuando una pelota establece un vínculo de necesidad del trabajo de otra pelota, la primera le retribuye con su trabajo por los servicios prestados de la segunda”. Es decir que el trabajo se paga con trabajo y no con objetos inertes que le representan mal su verdadero valor. El tiempo no significa nada para ellas; les da lo mismo el ayer y el mañana, ellas solo piensan en el presente, no existen relojes, sólo instrumentos que permiten medir el grado de bondad entre una pelota y otra, hay de todos los tamaños y las Pelotéanas lo llaman Pupo, cuando existen bajos grados de bondad estos informan y cada una de todas las habitantes se desinflan por igual; de manera que lo que se pierde es aire y no tiempo. Las pelotas son monoteístas, adoran al cenicero y odian las cenizas, es por eso que cuando una ensucia un cenicero o se produce alguna ceniza son multadas con la pena de la desinflación. Son amantes de las plantas, pero estas no son verdes sino amarillas, azules y rojas. Para entretenerse las pelotas juegan a una especie de deporte que le llaman víveres, consiste en fabricar figuras humanas infladas de odio y las patean hasta que ese odio de disipa por las narices de las mismas. Una vez un grupo de pelotas me quiso patear pero se dieron cuenta de que yo no tenia ninguna clase de maldad, se sorprendieron y me tomaron afecto; al poco tiempo pude aprender su idioma y me aceptaron a pesar de que viajaba una vez por semana en mi botín blanco, me dijeron que les encantaba mi camiseta con el número 14; gracias a mi aprendieron a decir ¡rejuntada, rejuntada, rejuntada! Y gracias a ellas aprendí a valorar el aire y las plantas, solo como ellas lo hacen…
Los trabajos del profesor Lescano son absolutamente interesantes, dignos de un lugar en la biblioteca ya que con tanto esfuerzo se encargo de darnos a conocer este mundo mágico, lleno de pelotas y valores. Estos se consiguen en el Dickens y no nos vamos a perder el último.