miércoles, 16 de septiembre de 2009

NAUSENA



Estábamos juntos en la misma calle, avenida Roca al 1900. Ella estaba en la vereda de enfrente, donde pasa el colectivo de cartel rojo que dice "octavos", masticando un chicle fusionado con varios chicles viejos, mezclados con semillitas de girasol-lo supe porque ví como lo hacía-; fabricaba un globo chiquito de color petróleo, chiquito pero muy ruidoso a la hora de reventarlo con sus dientes amarillos; tenía a su lado esa damajuana que la acompaña a todos lados con 3/4 de vino barato y picado; el maquillaje resaltando los labios rojos y forzándose al máximo para tratar de disimular la cadencia de puta desgastada... la faldita roja que apenas hacía juego con el orquesta celulítica de sus nalgas, lista para levantarse ante una mínima inclinación.
Yo la miraba sentado en el cordón desde el frente. La miraba como masticaba el chicle y como abrazaba una pelota de fútbol ASATEX. Todo hacia juego, un estetoscopio, la pelota, la damajuana y su traza de mujer pública. Terminé de fumar mi penúltimo Gitanes y me decidí por buscarla.

Al cruzar la calle me acomodaba la camisa bordó, mientras la miraba como miraba a la gente pasar sin que le dejen ni una triste mirada despectante. Me acercaba y con un escupitajo en mi palma derecha me acomodé el flequillo mugriento. Cuando la tuve ante mis ojos, me miró, sin saber quien era pero sabiendo lo que queria hacer. Me dijo algo que no entendí, porque lo primero que me invadió fue su fetor podrido emanante entre sus labios.
- ¡puff!- fue lo primero que me auxilió en ese momento ante el mausoleo de su boca.
- ¿todo bien?- me preguntó pretendiendo jugar a la sensual, mascando asquerosamente su chicle y enrulando ordinariamente su pelo de paja con la punta de su dedo-¿queres un poco de vino?. No le dije nada.
La tomé de la mano y sin oponer resitencia sedió a viajar conmigo al interior del Dickens. No había más que decir o hablar, la arrinconé detrás de ese arból, ese mismo donde se improvisan albergues y orinales. Me dijo:
- ¿me nas a blumsuf?
-¡tlumf tlumf!- y puse el Ograto de Ornio entre sus gumfias.
Se asustó y comenzó a pedir auxilio con gritos desenfrenados. Un viejito de negro que pasaba por ahí la miró y le puso el Alejanprio en la boca.
Hizo mucho esfuerzo para tratar de defenderse, comprendí su pelotita y la damajuana, experimente entonces por primera vez la NAUSENA(mezcla de náusea y pena) y la dejé tranquila.
Saqué el último Gitanes, lo encendí para disfrutarlo, hice una seca y se lo dí a ella.
Acomodándome la camisa y sacudiendo mis pantalones me fuí de regreso a mi guarida.-

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